Celebrar

Estamos recorriendo los últimos meses de este año. Posiblemente las fuerzas empiezan a agotarse, las energías se nublan, y encima la primavera se presenta un poco lluviosa o pesada. Quisiera nuevamente en este espacio de comunicación, recuperar lo más bello y bueno de los que seguimos la forma del Poverello: la capacidad de celebrar y recuperar lo maravilloso de la vida en la adversidad. Es tiempo de recuperar la paz del corazón de los que nos sentimos amados y sostenidos por un Amor más grande. Es tiempo de celebrar…

Hemos vivido muchos acontecimientos que, mirados por la negatividad de los quejosos, sólo nos quedaría la sensación del desencanto. Pero para los menores, para los que celebran la respiración de lo cotidiano, para los que disfrutan del sacramento del abrazo, del mate compartido, de la mirada pacificadora; las aventuras de la vida son siempre ocasión de acción de gracias. Celebramos fiestas porque celebramos la vida. La fiesta de Francisco el 4 de octubre en las diversas formas de nuestras presencia, los 50 años del Instituto Tomassini, los 15 años de la Casa de Jóvenes, los 10 de la Fundación Franciscana, etc. Cómo no recodar la fecha democrática de nuestro país en la que ejercimos nuestro derecho cívico, en la que somos protagonistas en la construcción de nuestra sociedad. También en la entrega de la cura Pastoral de la Parroquia San Francisco en Bahía Blanca a la Diócesis, fue una celebración por la historia, por la entrega, por los caminos que se entrecruzan en el Seguimiento, cuántos dones recibidos!!

Hermanos, “una alegría compartida es doble alegría, una pena compartida es media pena” esto es lo que dice un proverbio sueco, y desde mi punto de vista no puede tener más razón. He aquí la importancia de celebrar acontecimientos, festejar fechas importantes, compartir nuestras alegrías y tristezas. Cuánto de sanador hay en un abrazo, cuanto de reconciliador un tiempo dedicado al otro. Celebrar, como tantos otros ritos humanos, nos permite detenernos y contar con motivos que contribuyen de manera importante a darle sentido a la vida. “En medio de tanto apuro, es sano y emocionalmente gratificante detenernos, hacer un alto en el cual nos permitamos compartir, sentir que las coincidencias potenciaron y las diferencias sumaron y se llegó a un ansiado y preciado resultado”, explica la psicóloga María Gabriela Fernández Ortega. Paradójicamente, cuando se celebra, el esfuerzo es un recuerdo y la sensación que impera es la de gozo, la de festejo. La celebración permite conectarse con cosas importantes, con personas queridas y mantener siempre presente los momentos que realmente tienen valor y sentido.

“hablo de cosas simples
de las manos extendidas
gratuitas
es necesario inventar el mundo
iluminar los ojos
ver la extensión abierta a nuestro impulso
una rama en la luz
acunada por las voces de los héroes anónimos
castigada por el peso muerto de los consuelos

la alegría de las conversaciones ingeniosas
el contagio de los sentidos”

(Edgardo Bayley)

Que nuestra comunicación nos anime ser cada vez más trasparentes en lo agradable que es la vida, en lo extraordinario que es compartir. Prontos al adviento, tiempo privilegiado de Esperanza, un abrazo,

Fr Daniel Fleitas ofm

Ministro Provincial