Itinerancia a Chile desde el Postulantado – Chile 2017

Los postulantes de 1er año partimos de nuestra casa en “Virgen de La Peña” el día 28 de febrero del corriente año. Despedidos por nuestros hermanos postulantes de 2do año y Rubén Sica, viajamos en colectivo desde Tartagal rumbo a Río Cuarto, Córdoba.

Llegados a Río Cuarto nos recibió nuestro maestro Nicolás Aguilar junto con la fraternidad de frailes que allí viven: Daniel Fleitas, Gastón Hernández, Rafael Alfageme, Walter Cena, Daniel Herro, José y César. Compartimos la Eucaristía de Miércoles de Cenizas, comenzando así nuestro tiempo de Cuaresma. Al día siguiente tuvimos la oportunidad de festejar el cumpleaños de nuestro Provincial y conocimos a Bruno, hermano de Emiliano, quien nos llevó hasta la ruta, donde finalmente comenzamos la itinerancia organizados por binas.

Una vez llegados a nuestro primer destino, Vicuña Mackenna, nos encontramos con nuestros hermanos de La Teja, Gustavo y Guillermo, como así también con nuestra Hna. Belén Martín. Con mucha alegría y hospitalidad nos recibieron miembros de la OFS “Fraternidad San Francisco de Asís” quienes nos alojaron en la parroquia y con quienes compartimos la Eucaristía y la cena.

Durante los siguientes dos días, entre encuentros, demoras y atrasos llegamos a Rapel de Navidad. Es importante mencionar que en Mendoza algunos hermanos fueron recibidos y alojados por la hermana de Juan Ignacio, Carla Pérez y por la familia de Pedro Ruiz, hermano del novicio Maximiliano. Fue un espacio de una profunda alegría entre chistes y anécdotas de todo tipo.

Durante todo el camino tuvimos presente en nuestra mente, oraciones e intenciones a nuestro hermano Gastón López, con quien finalmente nos encontramos en Rapel de Navidad el día previo a su profesión.

Durante nuestra estadía en Chile nos encantó descubrir y conocer la hospitalidad de la Fraternidad de La Merced, sobre todo del Hno. Ronald con quien nos reencontramos luego de su regreso a Chile. Esa noche celebramos juntos la Eucaristía con Cristian Isla Caseres y Mauro Bolpato (joven de Gral. Alvear, Mendoza), acompañados también por Gastón y Ronald. Fue una linda oportunidad para compartir las distintas experiencias de la itinerancia, como así celebrar la vida y la vocación de Gastón, lo cual generó un clima de verdadera familia franciscana.

Acompañados por las familias de Gastón y Carlos (novicio chileno), la comunidad de Rapel, y los hermanos de Argentina y Chile celebramos sus primeros votos. Fue un momento de alegría y emoción al ser testigos de su entrega y deseo por seguir las huellas de Jesús al modo de Francisco.

Concluida la celebración y el almuerzo comunitario partimos para Santiago de Chile en donde nos hospedaron en el Convento “Capilla de Ossa”. Una experiencia marcada por las atenciones recibidas de toda la fraternidad chilena, especialmente de nuestro hermano Ronald. También fue lindo conocer la Casa de Acogida para todos los frailes mayores que requieren cuidados especiales, conocer sus vidas y su situación actual de salud.

Así mismo emprendimos la vuelta a nuestro suelo argentino. Durante el camino visitamos el Santuario de Santa Teresa de los Andes donde compartimos la oración de la mañana y nos encomendamos en el camino de regreso. Al anochecer en Mendoza fuimos testigos nuevamente de la hospitalidad de la familia Ruiz y Carla Pérez quienes nos esperaban con las puertas abiertas. Esta fue la última noche que compartimos con Gustavo, Guillermo y Belén quienes al día siguiente emprendieron su retorno a Bs. As.; y nosotros a nuestra Casa en Virgen de La Peña.

Continuando animados y deseosos de seguir en el camino, llegamos a San Juan donde nos esperaba la Fraternidad del Convento: Cesar Orduña, Carlos Rioja y Pablo Ares. Luego de celebrar la misa con la comunidad fuimos invitados a cenar a la casa de la Familia Pérez quienes nos recibieron muy atentamente con un rico asado. Espacio y momento importante para nuestro Hno. Juan Ignacio por el reencuentro familiar y para los hermanos por conocer de cerca a su familia.

En La Rioja, Hermanos de la Asunción nos recibieron con mucha familiaridad y amabilidad brindando un espacio reconfortante para continuar el camino. Compartieron sobre la historia de la presencia Franciscana en La Rioja, en especial de San Francisco Solano, y la figura y devoción al Niño Alcalde de todo el pueblo. También compartieron sobre la vida consagrada y dedicación de Fr. Pugliese quien pocos días antes había cumplido sus 100 años.

El camino continuo con algunos desencuentros, dado a que a algunos hermanos se les dificulto conseguir transportarse en tiempo y forma a los puntos de encuentro. Pero aun así continuamos comunicados y en comunión compartiendo las experiencias. También pudimos en distintos momentos disfrutar la estadía en casa de la familia Fernández. De la misma forma, fue lindo conocer la familia de nuestro Hno. Rodrigo y el cariño con el que nos recibió.

El día domingo 12 regresaron a la Peña Nicolás y Gastón, mientras que el resto llegó el martes 14 con la ayuda de Rubén quienes los buscó por Yuto logrando pasar a conocer la Fraternidad en Pichanal. Los hermanos Postulantes nos recibieron con alegría y con una cena de bienvenida.

Ecos de la experiencia personal puesta en común

Rodrigo: “Por ser mi primera itinerancia fue una experiencia maravillosa y muy fructífera para mi vida, a pesar de haberme costado un poco tanto la ida como la vuelta. Me ayudó bastante a poder identificar y darle nombre a los sentimientos que fueron surgiendo en el camino, tanto los positivos como los negativos para poder trabajarlos. Y así reconocerme pequeño, frágil y pobre y no quedarme sólo con lo bueno. Es decir, aprender a aceptarme como soy.

Fue lindo compartir con cada persona que Dios iba poniendo en mi camino, sus testimonios, sus vidas. Vivir cada momento como “regalo de Dios” algo que me compartió nuestro Hno. Gastón, lo cual tuve presente en todo el camino.”

 

Gastón Drago:

“La itinerancia: un llamado de Jesús al camino, un lugar de encuentros, desencuentros y reencuentros, una experiencia de contemplación.

Esta nueva itinerancia estuvo fuertemente marcada por mi reciente condición de postulante. Algo de este nuevo paso en el seguimiento de Jesús, y en lo que hoy considero un llamado, me hizo vivir el camino con una confianza y esperanza distinta. Cada momento del camino fue vivido con mucha entrega y esperanza, disfrutando de lo que ese presente regalaba a cada instante: los diálogos y los silencios; los encuentros, los desencuentros y los reencuentros; viajar y las largas esperas; los momentos de oración y celebración de la Eucaristía junto con los momentos de total desconexión; sentir hambre y comer; estar cansado y dormir;  y así la contemplación de todo lo que el camino iba abriendo y manifestando las cuales muchas me hablaban de Dios.

Dado a que el camino fue muy amable conmigo en su mayor parte del trayecto, fue lindo y revelador empezar a experimentar en un momento dado el deseo de tener menos. También creo que comencé a entender un poco más lo que es realmente la fraternidad, al ir haciendo presente a Gastón López durante todo el camino en nuestros pensamientos y en la oración, sintiéndolo cada vez más cerca, si bien era alguien que ni siquiera conocíamos.

Me sentí muy conmovido por la fé y generosidad de un hombre que nos levantó en la ruta que, además de compartirnos el testimonio de su vida, nos ofreció toda su intimidad: su familia, su casa, y hasta su cama para que descansemos. Siendo una familia muy humilde, y dado a que mi corazón quedó pegado a ese encuentro, me confirmó una vez más mi deseo de entrega al pobre y necesitado. Es acá donde quiero poner mi carpa, es acá donde quiero poner mi vida.”

 

Leonel Emiliano Garay:

“Es mi primera experiencia vivida de itinerancia a Rapel de Navidad a la profesión de Gastón López.

Lo viví como una criatura necesitada de Dios, porque soy pequeño y frágil. A la espera de la divina Providencia, de la escucha, de ser evangelizado o evangelizar, de que mi dieran de comer y beber, de un hogar, en fin, de todas aquellas personas que Dios puso en mi camino por generosidad y bondad.

Le agradezco a nuestro Señor Jesús por haber caminado y haber protegido de mi. Le agradezco por cada encuentro con mis hermanos en un diálogo, en la oración, en la Eucaristía y en la Fraternidad.”

 

Julio Reales

“Invitado nuevamente a vivir esta experiencia. Hoy desde otro lugar: como postulante. Salir al camino con algunas respuestas, con “algo” experimentado, iniciativas que surgen por lo vivido anteriormente, pero también con nuevos interrogantes, donde la alegría por saber de la presencia de Dios… reinaba. Salir al camino con hermanos que el Señor me regala. Vivenciar espacios de encuentros, de satisfacciones, de agradecimiento, como así también enojos, dudas, cuestionamientos…

Descubrir nuevamente que a pesar de mis condicionamientos humanos, la Gracia de Dios se hizo presente en cada persona que nos levantó, que no nos levantó, quién nos dio de comer, quien nos dio un lugar donde dormir… saber de hermanos que nos acompañaban con la oración.”

 

Juan Ignacio Pérez

“La experiencia itinerante estuvo marcada por alegrías y nostalgias, paciencias y ansiedades, agradecimientos y frustraciones.

Mi camino de ida estuvo muy marcado por muchas comodidades, de alguna forma me sentía “mimado” por Dios, percibiéndolo como una madre que entre sus brazos llena de ternura a su hijo. Recibir el inmenso regalo de poder compartir casi un día entero con mi hermana en Mendoza y más tarde una cena con mi familia en San Juan fue una gran bendición incondicional de esta Madre que es Dios. Un reencuentro con las personas que siempre me amaron, al ambiente donde experimenté a Dios por primera vez ¡Mi familia de toda la vida y mi nueva familia se juntaban en un mismo lugar a compartir la vida! ¡Era de no creer! Dos realidades, en mi cabeza disociadas, se veían unidas en el encuentro.

Sumado a este regalo, se suma la alegría se sentirme perteneciente a una fraternidad mayor al acompañar al Hermano Gastón en su profesión. Su recepción tan cálida y su apertura con nosotros me ayudaba a experimentarlo verdaderamente hermano de una gran familia.

El camino de vuelta, en cambio, fue más complejo. Las esperas en la ruta se hacían más largas, la ansiedad superaba la paciencia en muchos momentos. Tardaba muchas horas por pocos kilómetros. La mayoría de los días no llegábamos al lugar que nos proponíamos llegar e incluso en una ocasión esperamos todo el día en el mismo lugar. Fue el inmenso desafío de soltar mis expectativas y abrirme a aceptar lo que no puedo controlar. Se me hacía presente la imagen del Dios Padre que suelta a su hijo a los caminos y que siempre lo recibe y abraza incluso cuando se deja llevar por sus caprichos.

Por eso para mí es una experiencia que no solo revela el rostro providente de Dios, sino que muestra otros rostros de Él, en mí, en mis hermanos, en mi familia de sangre y en cada una de las personas que me fue poniendo en el camino.”