Inicio del Postulantado – Virgen de la Peña, Salta

Entre despedidas, abrazos, regalos y hasta incluso lágrimas dejamos nuestros hogares y llegamos a la Peña el 17 de febrero de este año. Los abrazos continuaron con la bienvenida de los hermanos que nos esperaban con alegría. No fueron fáciles los primeros días; con el corazón y la cabeza todavía en nuestras casas, en esos últimos encuentros, quedaba poco espacio para recibir todo lo nuevo. ¿Cómo transformar esta nueva casa en nuestro hogar? Por suerte los cuidados y atenciones de nuestros hermanos colaboraron en que la transición sea más agradable. Aún así la inestabilidad emocional se hizo nuestra amiga más cercana. Sabiendo que era parte del momento intentamos que no se apodere de todos nuestros pensamientos y energías.

El 19 de febrero tuvo lugar la misa de inicio. Nos acompañaron más hermanos de casas cercanas. Vinieron Jorge, Juan y Alfredo de Tartagal; Martín y Elbio de Pichanal. Y obviamente tuvimos la presencia de nuestro Ministro Provincial Daniel Fleitas quien presidió la misa. En la celebración participaron un gran número de familias del paraje y de peregrinos que venían de todas partes del país. Esto nos recordó nuestro deseo de entrega a TODOS. La misa fue muy linda y emotiva. Se sentía la alegría de la gente por nuestro inicio, por nuestra búsqueda vocacional, incluso sin conocernos. Como gesto nos regalaron una Tau y una imagen de San Francisco sosteniendo a Jesús muerto como signo de nuestro deseo de abrazar y seguir a Jesús al modo de Francisco. Quedaron haciendo eco algunas palabras que Daniel dijo en su prédica, las cuales acompañaron nuestras oraciones los días posteriores: “Anímense a soñar y no dejen que nuestras fragilidades les impidan soñar y salir. Nos movemos por una necesidad de Dios y del Amor. La necesidad es lo que mueve la vocación”.

La celebración continuó con un almuerzo comunitario a la canasta. Entre cosas ricas, más abrazos y hasta manchas de pintura nos recibió la comunidad y se dio por iniciado nuestro tiempo de postulantado. Tiempo de seguir caminando, de seguir escuchando, de seguir conociendo a Dios y a nosotros mismos, de abrazar nuestra fragilidad, de amar y dejarse amar, de hacer experiencia de lo que realmente es la fraternidad, y de seguir haciendo carne nuestro deseo de seguimiento de Jesús.

La ciudad de Tartagal también nos recibió con su Carnaval que entre bailes indígenas y de todo tipo, su música y su guerra de espuma nos dio a conocer su caudal cultural.

Enseguida fuimos invitados a participar de los trabajos domésticos: cocinar, limpiar la casa, lavar la ropa, alimentar a los perros y gallinas. Lugar privilegiado para descubrir a Dios en los simple y pequeño y para ahondar los vínculos fraternos. También comenzamos nuestros servicios al Santuario, de visitar familias del paraje, y del fútbol con niños, jóvenes y adultos, y así comenzar a conocer a las personas de la comunidad que nos recibe y también darnos a conocer. Comenzamos también una huerta que despertó la motivación de muchos, desde un deseo de cosechar nuestros propios alimentos y así vivir más austeramente al modo de Francisco. Además de este tipo de trabajos tuvimos que adaptarnos a los ritmos de la casa, a la oración y misa diaria a las cuales no estábamos acostumbrados, pero que enseguida se convirtieron en un pilar fuerte para sostener todo lo otro. Lo más fundamental fue y es los espacios de formación, de lectura y de reflexión personal para seguir ahondando en nuestra pregunta vocacional que nunca se acaba y está siempre vigente. Y aún más los espacios de coloquio con nuestro Maestro donde ponemos en palabras nuestras vidas, nuestra historia, nuestras búsquedas, nuestras incertidumbre, miedos y angustias sabiéndonos recibidos en todo lo que somos y deseamos ser.

Así continuamos este camino que recién empieza, bajo el amparo de María y tras las huellas de Francisco. Reconociéndonos frágiles nos encomendamos a sus oraciones para ser sostenidos en todo lo que sigue.

Gastón Drago, Hermano Postulante