Mensaje Final de la Asamblea General de CONFAR


9 al 12 de mayo de 2023

Una vez más nos encontramos como Vida Religiosa que camina en Argentina, en torno al lema “La osada esperanza al despuntar la aurora”. Iniciamos la asamblea alrededor del signo de la tienda, donde fuimos invitados a abrir espacios para que todos quepan, desplegando la vida.
El simbolismo de la tienda estuvo presente en toda la asamblea, desde el posicionarnos asentados en el suelo de la realidad, afirmados en convicciones compartidas, siempre invitados a movimientos y desplazamientos, hacia el interior y hacia los márgenes.
El informe de la Junta directiva nos permitió tomar contacto y valorar el camino del año transcurrido, apreciando la riqueza y el aporte de los diferentes equipos, espacios y comisiones.
Parte importante de la reflexión de estos días fue la profundización del horizonte inspirador de la CLAR, donde -desde la experiencia de las mujeres del alba- fuimos convocados a un itinerario vital a través de los ocho movimientos. Escuchándonos y discerniendo desde la metodología de la conversación espiritual, nos preguntamos hacia dónde nos invitan a caminar juntos como Vida Religiosa en Argentina.
Nos sentimos convocados a reafirmar la centralidad de Jesús Resucitado en nuestras vidas, transformando nuestra cultura relacional a su estilo y contribuyendo a la transformación de la Iglesia en su camino de conversión sinodal.
Seguimos constatando la necesidad de entrelazar acciones, fuerzas y presencias que nos ayuden a visibilizar y estar cerca, con audacia y ternura, de personas, realidades y situaciones que siguen estando ocultas y olvidadas: la madre tierra, las víctimas de abusos, los más afectados por la crisis social, política y económica.
La comisión de cuidado y protección nos invitó a intentar mirar desde la experiencia de las víctimas para adentrarnos en el desafío de promover una cultura del cuidado, cultivando la prevención y el buen trato, detectando los factores de riesgo y valorando los pasos dados en este ámbito.
A través del protocolo que todos firmamos, como CONFAR nos comprometimos a posicionarnos con determinación en defensa de las víctimas e involucrar a nuestras congregaciones en el abordaje serio de la problemática de los abusos para que “la Iglesia sea un recinto de amor, justicia, verdad y paz, y todos encuentren en ella motivos para seguir esperando”.

Escuchando la presentación del libro “La verdad nos hará libres”, la Iglesia católica en la espiral de violencia en la Argentina (1966-1983), nos acercamos a esta realidad tan dolorosa de nuestra historia, y nos dejamos interpelar y conmover por la experiencia y los testimonios que nos compartieron los investigadores. El compromiso de la vida consagrada en ese período nos anima a la osadía y nos da coraje para arriesgarnos en la búsqueda de transformación de la realidad en la hora actual de nuestro país.
La fase continental del sínodo, presentada por uno de los participantes, nos impulsó a ampliar la mirada y nos animó a abrir canales de diálogo incluyendo todas las voces y todos los temas, ensanchando nuestra mente y nuestro corazón.
Tomamos conciencia del paradigma de la red como nuevo sujeto eclesial, y fuimos invitados a conocer y a sumarnos desde nuestras presencias a la Red Eclesial del Gran Chaco y del Acuífero Guaraní (REGCHAG), formada en torno a la riqueza y a la vulnerabilidad de esta región.
En estos días de encuentro y reflexión nos sentimos acompañados por la presencia de nuestros obispos, Juan José Chaparro y Héctor Luis Zordán, dos de los referentes de la Conferencia Episcopal para la Vida Consagrada, que con su modo de estar y con su apertura a la escucha hacen posible el camino sinodal que deseamos. También valoramos, como signo de comunión con el Papa Francisco, la presencia del Nuncio Apostólico Mons. Miroslaw Adamczyk.
Los momentos de oración comunitaria en pequeños grupos y las celebraciones cargadas de signos sirvieron como hilo conductor de los distintos momentos que transitamos y nos ayudaron a avivar nuestro seguimiento de Jesús. La alegría, la creatividad y la predisposición a participar y compartir marcaron el clima de sororidad y fraternidad de estos días.
Con la osadía que nos da calzarnos las sandalias de las mujeres del alba, que con fe se acercan al sepulcro; sintiéndonos renovados y enviados, queremos seguir caminando hasta el lugar de las heridas, donde el Resucitado nos sale al encuentro y hace despuntar la esperanza.