Peregrinación a Damieta (Egipto) 24-28 octubre 2019.

Curso de formación permanente sobre el Díálogo Interreligioso y Ecuménico.

Estambul 2019

Todo el año 2019 se ha dedicado en la Orden y en la Iglesia a recordar el hecho de la visita de Francisco de Asís al Sultan de Egipto Al-Malik Muhammad al-Kamil.

Partimos de Estambul junto con el grupo de frailes que este año realizaron el curso, acompañados por la comunidad de Estambul y Esmirna y con la comunidad de hermanas de la Isla de Büyükada. Como no podía ser de otra forma, al llegar, luego del largo proceso de entrada al país: comprar la visa, ponerla en el pasaporte, pasar el control de pasaportes y la espera de la habilitación de un policía que nos acompañaría por todo el trayecto, finalmente llegamos a la casa de los frailes en la zona de Al-Muqattam donde nos alojaron con mucha generosidad y disponibilidad. Apenas hicimos tiempo para dejar los bolsos y con el cansancio del viaje, ya que partimos muy temprano en la madrugada, nos hicimos una escapada para visitar las pirámides. Son verdaderamente impresionantes. De ellas queda poco del esplendor original, un poco por el paso del tiempo y la erosión otro poco por el vandalismo que sufrieron para utilizar el material que las cubría en la construcción de mezquitas. Pero lo más interesante de entender es que estaban cubiertas con una piedra pulida y lisa de manera que pudieran reflejar el sol. Así que si uno imagina lo que habrá sido el brillo de semejante montaña piramidal de piedra pulida en medio del desierto, ciertamente causa maravilla.

La idea de la peregrinación por supuesto era visitar la ciudad de Damieta a unos cuantos km de el Cairo. Llegados a la ciudad, nos dirijimos a la escuela que las hermanas Franciscanas Misioneras del Corazón Inmaculado (Franciscanas egipcias) tienen en la ciudad. Allí celebramos la misa y luego participamos de una conferencia para conocer un poco de los detalles históricos de la ciudad en los tiempos de la visita de san Francisco.

De la antigua iglesia que seguramente visitó san Francisco solo quedan algunas columnas fuera de la actual mezquita. La visitamos acompañados por un sacerdote ortodoxo-griego del patriarcado de Alejandría, nativo de la ciudad y por supuesto de lengua madre árabe.

Después del encuentro, durante un día, visitamos los Monasterios coptos que se encuentran en el camino entre Alejandría y El Cairo. La acogida y recepción de los monjes fue realmente gentilísima, no solo nos recibieron y guiaron en la visita e historia de los Monasterios, uno de los cuales aún conserva una pequeña porción de la Iglesia original edificada en el s. IV, sino que además nos ofrecieron el almuerzo (en cada monasterio que visitamos!) y algunos recuerdos. Lo más impactante de estos monasterios, no es solo su historia, uno de ellos era originalmente un monasterio siríaco presumiblemente fundado por S. Efrem el Sirio, sino la cantidad de vocaciones que tienen. El menos numeroso está habitado por 120 monjes, el más grande, más de 200. Tuve la oportunidad de preguntarle al monje que nos guiaba en el visita al de San Macario el Grande, cómo explicaba semejante número de vocaciones, cuando en el mundo, especialmente el mundo occidental, cada vez menos cristiano, sufre a la par la “escasez” de vocaciones. Su respuesta no fue menos impresionante: “los jóvenes egipcios cristianos, ante la dificultad que experimentan para vivir con libertad su propia fe y sabiendo que en Egipto hay ocasión de persecución, deciden hacer opciones radicales. Se sienten atraídos por una vida que dé un fuerte sentido y contenido a su existencia y los monasterios son el lugar apropiado”. Baste decir que no son pequeños lugares, todo lo contrario, son una pequeña ciudadela, con varias iglesias, edificios de servicio y el propio edificio para los monjes, y una especie de edificio-fortaleza, rodeados de grandes murallas construidas en la Edad Media ante el peligro de los ataques bereberes. Por lo tanto están lejos de ser invisibles y pasar desapercibidos, no obstante, continuaba el monje: “sabiendo que esta vida no es la vida definitiva, vale la pena vivirla con una fuerte apuesta”. Y así en el radio de unos 100 km, hay unos 500 monjes que reciben al mismo tiempo una cantidad innumerables de peregrinos cristianos coptos que van a rezar, pasar el día y participar de la oración de los monjes. No puedo negar que me dejó muy impresionado.

La última realidad que visitamos es otra realidad paradójica. Muy cerca de la antigua fortaleza de la ciudad del Cairo, existe un barrio de cristianos que se dedican al reciclado de basura. De hecho, su barrio se llama “la Ciudad de la Basura”. En ella hay presencia de la Iglesia copta y de las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta. No piensen que la Iglesia es una pequeña capillita, todo lo contrario, se encuentra dentro de un enorme y alto edificio, construida con los mejores materiales y donde se respira un aire muy particular, que contrasta absolutamente con lo que se ve en la calle: basura por doquier. No hay veredas, solo calles de tierra y todas ellas cubiertas por basura, la que se utiliza para reciclar. Paradojicamente este es un trabajo altamente rentable.

Pero volviendo al origen de nuestra peregrinación: Egipto es una paradoja viviente. En un mundo musulmán, en el que por la política actual, se recrudece la hostilidad y la quita de derechos para los cristianos, ellos se hacen más fuertes y “orgullosos” en su fe. Las Iglesias no pasan desapercibidas absolutamente, se ven a la distancia. Muy probablemente eso habla también de que la convivencia fue por mucho tiempo bastante pacífica, como ha sido en muchos países del medio y cercano oriente: Siria, Iraq, por ejemplo. Pero no hay que ser inocentes, no se trata solamente de una “hostilidad” del mundo musulmán, se trata también de la indiferencia escandalosa del mundo occidental y de la exclusiva promoción de las radicalizaciones como medio de conflicto y desestabilización social. Ninguno de estos países está exento de una gran corrupción y en el medio están los países occidentales con sus políticas desprejuiciadas que aprovechan cualquier medio, incluso la guerra para sacar provecho económico.

Nosotros fuimos a Egipto para recordar lo que Francisco hizo y significó para un hombre poderoso proveniente de otro mundo conceptual y religioso. No lo convirtió ciertamente, seguramente lo dejó muy impresionado. En estas tierras la misión no es otra que la de asistir a los cristianos, ser una pregunta para los demás.

Fr. Adrián , Samsun (Turquía)