¿Qué sucede en Esmirna?

(Escribe nuestro hermano Adrián Loza)

Ya ha pasado algo más de 2 meses desde mi reingreso en el Proyecto para el Diálogo que la Orden tiene en las casas de Esmirna y Estambul.

Como saben antes de trasladarme estuve algo más de 6 meses en Trabzon. Primero sustituyendo al párroco y luego después de que el párroco fue nombrado obispo de Estambul.

Imagino que es difícil imaginar las diferencias entre un lugar y otro, por la distancia, por la diferencia cultural y por lo que en general se cree de Turquía.

Trabzon es una ciudad en el Mar Negro, percibida, por los turcos en general, como una zona de gente cerrada y tradicionalista. En un modo lo es. Percibida por los cristianos como anticristiana y en algún modo, lo es. Sin embargo, la gente es bastante amable y en general respetuosa de la cuestión religiosa. Tal vez por su tradicionalismo son capaces de mostrar cierta sensibilidad. Más curiosos que la generalidad de los turcos y muy aferrados a las relaciones de vecindad. Trabzon es una ciudad de montaña aunque esté sobre el mar.

Esmirna es aparentemente todo lo contrario: una ciudad más moderna, más laicista (o más atea si lo queremos), con más iniciativas culturales y no alineada con las políticas gubernamentales. Izmir es una ciudad más rebelde y directa. Situada dentro del Golfo de Esmirna tampoco escapó a las vicisitudes históricas trágicas que eliminaron el cristianismo de la faz del país.

Los frailes tenemos 2 casas en esta ciudad. Una en pleno centro de Esmirna y otra (en la que vivimos actualmente) un poco más alejada del centro, en una zona que fue barrio residencial de los levantinos: Bornova (antiguamente Bournabat).

El objetivo de estas casas es la vida fraterna como testimonio de diálogo: que se expresa luego en el diálogo interreligioso, ecuménico y yo agregaría intercultural. La semana pasada organizamos para nuestros amigos y conocidos musulmanes un iftar [la cena con la que se rompe el ayuno del día]. Algo que ya hace parte de la tradición de la mayoría de las iglesias y de los musulmanes, porque ellos organizan iftar(es) a los que también nos invitan.

Bornova presenta para nosotros un nuevo desafío ya que estamos empecinados en crear una comunidad de lengua turca. Sabemos que tenemos vecinos cristianos católicos turcos que van a otras Iglesias precisamente por la falta de una misa en turco aquí. Siempre se celebró en francés para los levantinos y posiblemente en italiano. Pero ese tiempo ya ha pasado. Hace ya rato que la Iglesia católica en Turquía ha dejado de ser estrictamente levantina. A mi modo de ver los signos de los tiempos exigen una respuesta en turco. Si no, ¿qué vinimos a hacer a este país? No tiene sentido quedarse aquí si la lengua es todavía un obstáculo.

Es verdad que nuestras comunidades también están conformadas por migrantes y refugiados, pero muy pocos de ellos desean quedarse y buscan todas las maneras posibles de irse aunque a veces eso les cueste la cárcel y ser devueltos a Turquía nuevamente. Seguramente es un servicio que la Iglesia no puede dejar de brindar, muy especialmente con la ayuda de Caritas. Los refugiados están en la misma situación: son pocos los que tendrán que quedarse. Pero no puede ser esta la actividad única a la cual prestar atención y descuidar la realidad local-turca. Y además porque el trabajo con los refugiados tiene otras implicancias.

La comunidad de Esmirna-Bornova cuenta con 4 frailes: un italiano, Fr. Pietro; un paquistaní. Fr. Pascal; un indonesio, Fr. Felianus y yo. Juntos intentamos dar respuesta a la realidad en la que vivimos pero también a las demandas de la Arquidiócesis. Lo bueno es que tenemos todo para inventar y gracias a Dios estamos convencidos de que juntos podremos trabajar mejor y dar testimonio de una comunidad que vive, reza, discierne y decide junta.

Fr. Adrián (Bornova, Izmir, Turquía)